Proceso Inflamatorio
La inflamación y la reparación son las respuestas locales iniciadas para limitar los daños causados por lesiones de los tejidos, infección, toxinas e isquemia de tejidos, así como para favorecer la recuperación después de una lesión tisular. A pesar de su función primaria como mecanismos de defensa, en muchas enfermedades, la respuesta inflamatoria y los procesos de reparación pueden contribuir a dañar los tejidos.
El término "respuesta inflamatoria" abarca una gama de procesos tendientes a limitar las lesiones tisulares. La inflamación es una respuesta de los tejidos vascularizados tanto a las infecciones como al daño tisular, que hace que las células y las moléculas encargadas de la defensa pasen de la circulación a localizaciones en las que son necesarias, a fin de eliminar los agentes causantes de la agresión.
Entre los mediadores de defensa contamos con leucocitos fagocíticos, anticuerpos y proteínas del complemento, algunos llegan al sitio de inflamación de manera rápida y otros están presentes en los tejidos. Sin inflamación, las infecciones no se controlarían, las heridas no se cicatrizarían y los tejidos lesionados quedarían permanentemente ulcerados. Además de las células inflamatorias, los componentes de la inmunidad innata comprenden otras células, como los linfocitos citolíticos naturales, las células dendríticas y las células epiteliales, así como factores solubles, como las proteínas del sistema de complemento.
Para facilitar la comprensión de la respuesta inflamatoria, ésta se divide en aguda y crónica, sobre todo en función de las características temporales, pero también de las diferentes células comprendidas o que aparecen en estos procesos.
Inflamación aguda
La rápida respuesta inicial a las infecciones y a la lesión tisular se conoce como "inflamación aguda". Suele desarrollarse en minutos u horas y es de duración breve, de unas horas a pocos días. Sus principales características son el exudado de fluidos y proteínas plasmáticas (edema) y la migración de leucocitos, predominantemente neutrófilos (también llamados leucocitos polimorfonucleares). La inflamación aguda es uno de los tipos de defensa que conforman la llamada inmunidad innata.
Respuesta inicial a una lesión de tejidos (reacción inflamatoria típica):
El agente responsable, localizado en los tejidos extravasculares, es reconocido por células y moleculares en el lugar.
Se inicia la fase vascular con aumento de flujo. Los leucocitos y las proteínas plasmáticas son reclutados, pasando de la circulación al lugar en el que se halla el agente causal (o agresor). La vasodilatación es inducida por acción de varios mediadores, sobre todo la histamina, sobre el músculo liso vascular.
Formación de exudado. Los leucocitos y proteínas son activados y actúan juntos para destruir y eliminar la sustancia lesiva.
Infiltración de tejido por neutrófilos polimorfonucleares.
Fagocitosis y muerte bacterianas. La reacción es controlada y concluída.
El tejido dañado es reparado. Resolución, supuración, organización o cronicidad.
La inflamación aguda es la respuesta inicial a las lesiones de tejidos casi en cualquier circunstancia, las causas principales son:
Infecciones (bacterianas, víricas, fúngicas, parasitarias).
Reacciones de hipersensibilidad.
Agentes físicos, como la radiación.
Reactivos químicos, incluidas las toxinas.
Necrosis de tejido a consecuencia de una isquemia.
Es de corta duración; empieza en minutos y dura varias horas o algunos días. Su principal función es llevar células y mediadores al sitio de la lesión por el torrente sanguíneo, de modo que la vasculatura es fundamental en la coordinación de la respuesta inflamatoria. Se puede considerar que la inflamación aguda comprende dos fases, una vascular y otra celular, que suelen coexistir en cualquier respuesta inflamatoria; la fase vascular tiene lugar en las primeras etapas, hasta que se fusiona con la fase celular, más tardía de la inflamación aguda. Los vasos sanguíneos se dilatan para lentificar el flujo y, aumentando la permeabilidad, hacen que determinadas proteínas circulantes accedan al sitio de infección o al tejido dañado. Las características del endotelio que reviste los vasos sanguíneos también varían, de modo que los leucocitos circulantes primero se detienen y, a continuación, migran a los tejidos. Una vez reclutados, los leucocitos se activan y adquieren la capacidad de ingerir y destruir microbios y células muertas, así como cuerpos extraños y otros materiales no deseados de los tejidos.
El tejido inflamado presenta ciertas características morfológicas derivadas de los cambios vasculares y celulares descritos clásicamente como signos cardinales de la inflamación:
Rubor,
Calor,
Tumefacción,
Dolor y,
Pérdida de la función.
Aún estando localizada, la inflamación se asocia a reacciones sistémicas inducidas por citocinas, que, en conjunto, conforman la llamada "respuesta de fase aguda". La respuesta de fase aguda consiste en diversas alteraciones patológicas, como son:
Fiebre: las citocinas (TNF, IL-1) estimulan la producción de prostaglandinas en el hipotálamo.
Producción de proteínas de fase aguda: proteína C reactiva y otras, síontesis estimulada por citosinas (IL-6, otras) que actúa sobre los hepatocitos.
Leucocitosis: las citocinas (factores estimuladores de colonias) estimulan la producción de leucocitos a partir de precursores de la médula ósea.
En algunas infecciones graves, shok séptico: descenso de la presión arterial, coagulación intravascular diseminada, trastornos metabólicos; inducido por concentraciones elevadas de TNF y otras citocinas.
Inflamación crónica
Cuando la inflamación aguda consigue el objetivo de eliminar los agentes agresores, la reacción remite. Sin embargo, si la respuesta no erradica al estímulo, la reacción puede evolucionar pasando a una fase prolongada designada como "inflamación crónica". Esta es de duración más prolongada y se asocia a mayor destrucción de tejidos, presencia de linfocitos y macrófagos, proliferación de vasos sanguíneos y depósito de tejido conjuntivo. La inflamación crónica se enmarca más en el ámbito de la inmunidad adaptativa.
La inflamación crónica se presenta en los siguientes contextos:
Infecciones persistentes.
Enfermedades por hipersensibilidad.
Exposición prolongada a agentes potencialmente tóxicos, exógenos o endógenos.
Patologías degenerativas, por ejemplo, la enfermedad de Alzheimer, el síndrome metabólico y la diabetes tipo 2 y ciertos cánceres en los que la reacción inflamatoria favorece el desarrollo del tumor.
La respuesta inflamatoria crónica se caracteriza por una menor formación de edema y menos cambios del flujo sanguíneo que en la inflamación aguda, pero la principal diferencia es:
La infiltración por células mononucleares, como macrófagos, linfocitos y células plasmáticas.
Destrucción de los tejidos, inducida por el agente causal persistente o por células inflamatorias.
Intentos de curación mediante reposición del tejido conjuntivo dañado, desarrollada mediante angiogenia (proliferación de pequeños vasos sanguíneos) y, en particular, fibrosis.
La inflamación crónica se acompaña casi siempre de destrucción de los tejidos, seguida de intentos de cicatrización por fibrosis.
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Dr. Víctor H. Loo A.
Esp. Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia.