En epidemiología psiquiátrica, las evidencias científicas recientes muestran estimaciones de la prevalencia del delirium del 10 al 51%, y de la incidencia del 4 al 31%. En la unidad de cuidados intensivos los índices pueden llegar al 80%. Estudios transversales llevados a cabo en pacientes en servicios de urgencias indican una prevalencia de delirium de entre el 10 al 14%. El delirium es un signo de muerte inminente en el 25% de los casos y se asocia a estancias hospitalarias prolongadas, a una mala recuperación. Una amplia gama de agresiones al organismo producen el síndrome de delirium: infecciones, traumatismos craneoencefálicos, medicamentos y enfermedades sistémicas. Los síntomas centrales del delirium son la alteración de la conciencia con disminución de la capacidad de centrar, mantener o dirigir la atención; cambios agudos de las funciones cognitivas (comienzo en horas o días) que no se explican mejor por una demencia, y fluctuaciones del estado mental a lo largo del día. El delirium subsindrómico puede tener los mismos síntomas que el delirum y, como éste, asociarse a estancias hospitalarias más prolongadas y a disfunción cognitiva en el momento de alta. Los pacientes de más de 60 años de edad y los que sufren demencia, ictus, infección por VIH, quemaduras o dependencia de drogas causante de abstinencia tiene un alto riesgo de delirium. En psiquiatría infantil y de la adolescencia no se tienen registros suficientes, y por ahora se requiere de mayor información. |
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